Ella sin pensarlo una mañana de octubre recorrió mi cuerpo,
el cual fue amado por un extraño, que mantuvo mi amor constante y tibio, al borde de llorar, y de no querer separarme nunca de él.
Esa rosa ahora marchita la guardo en mi cajón, aunque el tiempo pase ese día jamás lo olvidaré.
y se que no te sirve de nada.
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